El calor del hogar.

Antiguamente los hombres creían que todo aquél hombre que no fuera grocero, que no fuera malcriado, gritón y abusivo en su casa, no era un hombre de verdad. Que era un hombre que dependía de la madre, de la esposa o de cualquier otra mujer.

No es esa la idea de Dios acerca de ser un hombre, Jesús tuvo un padre terrenal que no vivía bajo esa doctrina de la calle, y fue un excelente padre terrenal para Jesús. José era un hombre de su casa, que convivía con su familia, que amaba a su esposa y la cuidaba, que amaba a sus hijos e hijas y las cuidaba y agradó mucho a Dios. Mateo 13:55.

Hoy es el día.

La vida se va muy rápido, si pensamos en términos de un año, vemos que quien tiene dos años ya vivió dos veces uno; el que tiene quince, ya vivió quince veces uno. Si pensamos en términos de cinco años, los que tienen treinta años ya vivieron seis veces cinco años. Nuestros abuelos ya vivieron doce o quince veces cinco años.

El asunto es que el tiempo se va muy rápido y lo que no hagamos hoy, será un poco más difícil de hacer mañana. Y hay oportunidades en que lo que no hicimos hoy, quizás nunca más tengamos la oportunidad de hacer. Los cristianos debemos vivir cada día como si fuera el último día de nuestra existencia, para no dejar para mañana lo que tenemos que hacer hoy.

La comunicación.

Vivimos en un mundo en donde la comunicación es lo más importante. Hace muchos años en las casas había un teléfono, un televisor, y una radio. Hoy en día cada miembro de la casa tiene su televisor, su radio, y su teléfono. ¿Por qué? Porque todos necesitamos estar informados y todos necesitamos estar comunicados.

Lo mismo que nos pasa en lo material nos debe suceder en lo espiritual. Tenemos que tener comunicación constante y diaria con Dios. ¿Cómo nos enteramos de las noticias materiales? Por la radio, por el televisor, por el celular. ¿Cómo nos enteramos de las noticias celestiales? Comunicándonos con Dios por medio de la oración, de leer la biblia, de platicar con alguien que está en comunicación con Dios.

Protección.

Hoy uno de los problemas más grandes que tiene la humanidad es que todos y en todo momento, necesitamos protección. Hay ladrones y gente mala por todos lados, por ello tenemos que vivir viendo para todos lados para estar prevenidos de que un maleante no nos tome por sorpresa.

Cerramos las puertas con candados y cadenas; las casas y los carros tienen alarmas; nuestras oficinas están protegidas por guardias con armas; en todos lados encontramos guardaespaldas y policías porque pueden haber ladrones. En lo espiritual nuestra protección tenemos que buscarla en Dios, en Jesús, y en el Espíritu Santo. Todos los días debemos encomendarnos a ellos para no pecar.

Señor... si quieres.

Cuando nosotros oramos, muchas veces lo hacemos mal, pues le decimos a Jesús: Señor, si puedes te voy a agradecer que... Pero Jesús si puede, porque para El, para el Padre, y para el Espíritu Santo no hay nada imposible.

Nuestra oración debiera de ser así: Señor... si quieres te voy a agracer que... Nuestra oración debe ir encaminada a coincidir con el tiempo en que Jesús quiere hacer algo, no conforme a si puede o no puede hacerlo.

El es nuestro Consolador.

Cuando nos sucede algo que nosotros creemos que es grave, lo que más queremos es que alguien que nos ame, nos busque y nos consuele. Consolar quiere decir que necesitamos una caricia, que estén con nosotros a nuestro lado, que nos atiendan, que nos digan palabras que nos alivien la pena, etc.

Cuando estamos pequeñitos esos consoladores son nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros parientes más cercanos, precisamente porque son quienes están más cerca de nosotros y ya tienen una relación con Dios, pero cuando ya vamos creciendo y tomando conciencia, entonces debemos también nosotros buscar el consuelo directo de Dios. Y eso solamente se logra si lo buscamos cada día.

Preparémonos

Cuando vamos a tener un evento nos preparamos. Nunca un jugador de algún deporte llega a un juego sin haberse preparado. No vamos a la escuela sin habernos preparado para estar presentables. No podemos pedir un trabajo si no nos hemos preparado para él.

Así, en lo espiritual, también tenemos qué prepararnos para la vida, pues ésta vida es el camino que tendremos que recorrer para llegar a la presencia de Dios, o, a las tinieblas eternas después de muertos. Qué horrible habrá de ser, el saber que pudimos estar en la presencia de Dios pero por no habernos preparado para ello, no poder hacerlo. Busquemos a Dios todos los días, él nos dirá cómo prepararnos.

No juguemos con Dios.

La vida es más dura de lo que nosotros pensamos cuando niños, aún y cuando para muchos niños la vida ya es dura, pues no tienen una familia, no tienen padres, no tienen recursos, no estudian, tienen que trabajar, etc.

Pero, en términos generales la vida de una persona es más fácil cuando es niño. Es por ello que se tiene más tiempo para jugar, y eso es de darle gracias a Dios, pero, lo que no debemos permitir es que nuestro corazón quiera jugar también con Dios. Esto es, aprender a pedirle cuando queremos algo, pero olvidarnos de él cuando ya nos lo concedió. No jugar con Dios significa buscarlo todos los días, aún y cuándo, no tengamos una necesidad.

Reyes y Sacerdotes.

Nos dice el Nuevo Testamento, que ahora, que el velo que dividía a Dios con los hombres de su pueblo ya no está, podemos entrar directamente a su presencia y ministrarle.

En el Antiguo Testamento solamente el Sumo Sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo a ministrar a Dios; por ello había un velo que cubría el Lugar Santísimo y que se rompió el día que Jesús murió. Pero ahora, todos lo podemos entrar, por eso nos dice el Nuevo Testamento que ahora todos podemos hacer el papel de Reyes y Sacerdotes para Dios. Ese es el papel de los Reyes y Sacerdotes, ministrar a nuestro Dios y agradarlo todos los días platcando con El.

Los niños que no tienen nada.

Muchas veces nos sentimos frustrados porque vemos en los diarios, en la televisión, o en los carteles, juguetes, ropas, o algo mas que querríamos tener pero no podemos, y eso nos hace sentir frustración.

Pero debemos de darnos cuenta que en la calle y en el mundo, hay muchos niños que ni siquiera tienen los tres tiempos de comida que nosotros tenemos; que hay niños que no tienen ni siquiera un hogar, papás, casa, ropa, una escuela a donde ir y prepararse. Son muchos, pero muchos los niños que no tienen ni siquiera lo mínimo para vivir, nosotros debemos estar agradecidos por todo lo que sí tenemos.

Los hombres de Dios.

Los hombres de Dios han sido personas para los cuales la vida no ha sido fácil. Todos aquellos que en la escritura son mencionados como los grandes hombres de fe, han padecido grandes dificultades para poder llegar a representar la gloria de Dios sobre la tierra.

Abraham sufrió mucho porque no podía tener hijos; Isaac sufrió mucho a manos de su hermanastro Isamel; Jacob sufrió mucho a manos de su suegro; Noé sufrió porque por más que predicó por 120 años no pudo salvar más que a su familia; José sufrió mucho porque fue vendido por sus hermanos; Jesús, fue traicionado por uno de sus amigos íntimos. Nosotros no nos extrañemos que si andamos buscando a Dios, tengamos muchas dificultades.

La mano de Dios.

Aún y cuando no nos damos cuenta al cien por ciento, la mano de Dios está en nuestras vidas y en todo cuanto hacemos. El está al pendiente de lo que hacemos, de lo que nos ocurre, y de lo que nos pudiera haber llegado a ocurrir.

Es la mano de Dios la que nos cuida, la que nos guía, la que nos dirige todos los días, aún y cuando no nos demos por enterados sino tiempo después. Es la mano de Dios la que nos evitó una tragedia, un accidente, un problema, etc. Y, es la mano de Dios la que nos lleva a momentos de felicidad, de alegría, de descanso. Demos gracias a Dios por su mano protectora.

Alarguemos nuestros días.

Dice la escritura en Salmos que los impíos acortan sus días. Y lo que sucede es que los que andan haciendo el mal desde pequeños, están arriesgando sus vidas a cada momento. En un mundo tan violento como el que vivimos, tenemos que vivir en paz o luchar por vivir en paz con los demás.

Dice el salmista que los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días, lo que significa que los que hacen el mal, pronto morirán. Al contrario, a los que hacen el bien, Dios les ha prometido larga vida y muchos días felices.

Las apariencias.

En la vida, especialmente cuando llegamos a mayores, nos acostumbramos a juzgar a las personas, o, a tomar una opinión sobre ellas debido a su apariencia. Esto no le agrada a Dios, y nos puede traer grandes sorpresas.

Muchas veces creemos que alguien que se ve una persona muy sencilla, es una persona a la cual no debemos tomar en cuenta. Que solamente a aquellas que se ven bien vestidas, o en buenos lugares, son dignas de nuestro respeto y admiración. No es eso lo que la vida nos enseña y lo que Dios quiere que tengamos en cuenta. El mismo vino a éste mundo de una forma sencilla, y esa, fue la razón por la que muchos lo recharazon y lo rechazan hoy en día.

La vida continúa.

Muchas veces nos suceden eventos en la vida los cuales nosotros creemos que van a hacer que todo se detenga. No es así, los días vienen y van; las gentes nacen, crecen, se reproducen y mueren, y los días siguien yendo y viniendo.

Nada detiene el movimiento de ésta vida. Pero, lo importante está en que cuando nosotros (especialmente los que nos decimos cristianos) ya no estemos sobre ésta tierra, hayamos dejado algo para otros. No necesariamente casas, terrenos, fincas, etc. sino tesoros espirituales, de tal manera que no hayamos venido a éste mundo por gusto.

Lo que viene mañana.

Algo que desde el principio del mundo ha preocupado al hombre es el hecho de ¿Qué pasará mañana?. Muchos hombres quisieran conocer el mañana para quitarse la inquietud de lo que serán en sus vidas. Eso no es vivir por fe. Por ello es que Dios no quiere que lo sepamos.

Vivir por fe es "confiar" en que Dios tiene preparado algo bueno para nosotros. Dios aborrece a los hombres que buscan a los hechiceros, a los adivinos, a los engañadores. Solamente quiere que nosotros sus hijos CONFIEMOS en que él tiene algo bueno para nosotros mañana, aún y cuando nosotros no lo entendamos hoy.

Agradecidos en todo.

La Biblia dice que hemos de estar agradecidos en todo, pues hay tiempos en que Dios da y eso nos pone alegres, pero hay tiempos en los que Dios quita, y es lógico que eso nos ponga tristes.

Pero dice la escritura que una forma de dar gracias a Dios y de darle testimonio a las personas que no conocen a Dios, es estar agradecidos también cuando nos quita algo. Es duro perder algo, pero también es bonito haberlo tenido, sea lo que sea, una mascota, un juguete, o un amigo, y, hasta nuestros familiares.

La confianza.

La confianza es una virtud que todo cristiano tiene que dar. Nuestros padres tienen que tener confianza en nosotros; nuestros amigos tienen que tener confianza en nosotros; nuestros jefes o nuestros empleados tienen que tener confianza en nosotros. Y, principalmente Dios tiene que tener confianza en nosotros.

Cómo encontramos la confianza o la damos, simplemente proyectándoles a los demás que pueden confiar en nosotros porque estamos dispuestos a servir, a dar, a prestar, a llevar, a traer lo que se nos pida. Así hace Dios con nosotros, así hemos de hacer nosotros con los demás, y especialmente, con Dios.

Tengamos amigos.

Toda persona debe de tener amigos, esa es una de las virtudes o regalos que Dios le dió al hombre, tener amigos. Pero sobre todo, lo que Dios quiere es que seamos amigos de él.

Dios creó al hombre para tener una compañía, para tener y hacer amigos. Pero una amistad no sólo se trata de que una de las partes quiera, sino las dos partes tienen qué querer ser amigos. Dios quiere ser nuestro amigo, pero la pregunta es ¿Queremos nosotros ser sus amigos?. Si es así, busquémoslo todos los días.

¿Señor, a dónde iremos?

En cierta ocasión varios de los que seguían a Jesús se cansaron y se volvieron a sus casas, entonces Jesús se acercó a sus discípulos y les preguntó ¡Queréis iros vosotros también de regreso? Y los discípulos le respondieron: ¡Señor, a dónde iremos si no es contigo!

Esa debe de ser nuestra mentalidad, si Dios no va con nosotros NO VAYAMOS A NINGUN LADO. Moisés pensaba igual, cuando le dijo Dios, ve con mi pueblo. Moisés respondió: Señor, si tú no vas con nosotros.... NO IREMOS. Vayamos a donde vayamos, pidámosle a Dios que vaya con nosotros, sino, no vayamos.

Todo tiene un orden.

Todo lo que guía al hombre en ésta vida tiene que tener un orden para que tenga un final bueno. Dios utilizó el orden para hacer la creación, imaginémos por un segundo qué hubira sido del hombre si Dios no hubiera creado todo el mundo, las plantas, y los animales antes que al hombre.

Simplemente su obra no hubiera llegado a su fin, pues el hombre hubiera muerto sin alimentos, sin protección, sin agua, etc. Nosotros debemos aplicar también ese mismo orden en nuestras vidas si deseamos que todo llegue a buen término. Por ello hemos de planificar lo que vayamos a hacer, no podemos salir a la calle sin un rumbo, sin una meta, sin una dirección. Dios es orden, si somos de él, vivamos con orden.

Con los ojos cerrados y las manos unidas.

¿Cuál es la razón por la cuál oramos con los ojos cerrados y levantamos nuestras manos o las juntamos? Bueno, está probado que al cerrar los ojos damos una oportunidad de un 75 ú 80% de concentrarnos en lo que estamos pensando porque no nos distraemos. Y, mientas más tengamos nuestros sentidos en lo que hacemos, más resultados positivos vamos a tener.

Ahora bien, levantamos nuestras manos o las juntamos porque con ello "alabamos" a Dios y nos "unimos" para elevar una oración de gratitud o de petición. Y eso es lo que Dios espera de su pueblo, que se mantenga unido y alabándole.

Poco a poco.

Muchas son las personas que hoy en día quieren hacer dinero rápido y fácil. No es esa la idea de Dios para con sus hijos. El Señor ciertamente quiere que todos sus hijos sean prósperos, o sea, que tengan lo suficiente y más para vivir.Pero quiere que todo sea en orden, con disciplina, con honradez, con su bendición.

Dice la Palabra de Dios que somos justos delante de SUS ojos, así que, tenemos que vivir y actuar con justicia. Y, la justicia de Dios nos dice que hemos de trabajar honrada y dignamente, y ser conformes con nuestro salario. Que no debemos robar, ni abusar de las oportunidades que nos da la vida. Ese es el deseo de Dios para nosotros, que poco a poco, vayamos saliendo adelante.

El que venciere, heredará todo.

El hombre viene a ésta vida a vencer, o, a ser vencido por ella. La única forma que tenemos de vencer, es teniendo a Jesús en nuestro corazón. Pues él es quien nos da la vida eterna.

Dios dijo en Apocalipsis, que al final de los tiempos habría juicios para los hombres, y que, los que fueran encontrados del lado de su Hijo serían llamados justos, pero, los que fueran encontrados en contra de su Hijo, serían llamados infieles y se irían al fuego eterno. Para heredar todo el cielo, la única forma que tenemos de ganarlo es teniendo a Jesús en nuestro corazón.

Dios tiene galardones.

Cuando en el colegio se termina un año de clases, hay alumnos que reciben galardones que otros no reciben ¿cuál es la razón? Se los han ganado. Alguien recibe una medalla por ser muy dedicado o aplicado. Otro recibe una medalla por ser el mejor deportista. Pero ambos hicieron un esfuerzo que los demás no hicieron.

Dios nos ha prometido galardones en el cielo, pero esos galardones nos los ganamos en la tierra, cuando lleguemos al cielo solamente será como la clausura de fin de año (en nuestro caso será la clausura de fin de vida), y, quienes hayan ganado un galardón lo van a recibir, pero los que no se hayan esforzado no. Pues Dios es un Dios de justicia.

El Dios de los imposibles.

Cuando tenemos delante nuestro algo que no podemos realizar, lo que tenemos que hacer es pedirle a Dios que nos de una luz, que nos ayude a pensar, que nos de un camino a seguir.

¿Sabías que Abraham, Isaac, y Jacob se casaron con mujeres que eran estériles, o sea, que no podían tener hijos? Bueno, pues Sara, Rebeca, y Raquel fueron mujeres estériles, y sin embargo son las madres espirituales de todos nosotros. ¿Cómo sucedió? Pues la respuesta es simple, tanto Abraham, como Isaac, y Jacob oraron a Dios porque sus esposas tuvieran hijos... y los tuvieron. Porque ellos conocían que nuestro Dios es el Dios de los imposibles.

Manos a la obra.

Qué bonito es cuando iniciamos algo, un trabajo, una pintura, un viaje, un proyecto, etc. Pero qué lamentable que lo dejemos a la mitad o sin terminar.

Dios quiere que nosotros sus hijos, seamos de las personas que cuando inician algo... lo terminen. Pidamos a Dios la gracia para que con el mismo entusiasmo que iniciamos algo así lo terminemos. La satisfacción que nos da un trabajo terminado trae muchas bendiciones para nosotros, y mucha alegría al corazón de Dios.

Nuestra protección viene de Dios.

Cada día que nos levantamos los cristianos, estamos en la necesidad y en la obligación de pedirle a Dios que nos proteja y que nos guíe. El es nuestro mejor refugio y nuestra mejor provisión para los tiempos peligrosos que estamos viviendo.

Dios, como Padre nuestro, desea lo mejor para cada uno de nosotros, pero también se goza en que dependamos de El siempre. Y, una forma de demostrarle nuestra dependencia es NO hacer nada sin antes hablar y consultar con él. Comuniquémos cada día con Dios, Jesús es el camino.