Penina, la ingrata.

Elcana, era un sacerdote de Efraín, el cual tenía dos esposas, una se llamaba Penina y era fértil, o sea, que podía tener hijos. Pero esa virtud ella la utilizó en contra de la otra esposa de Elcana, Ana, quien era estéril.

Dice la escritura que Penina irritaba, enojaba, y, entristecía a Ana porque ésta no podía tener hijos. Pero la consecuencia de ello fue que Elcana amó más a Ana, y le daba la doble porción cada vez que hacía sacrificios.

Caín, el envidioso.

Caín y Abel fueron los dos primeros hijos de Adán y Eva, nuestros primeros padres naturales. Abel, era pastor de ovejas, y Caín, era labrador de la tierra.

Abel tenía un corazón tierno, pero Caín era envidioso, por ello cuando ambos hicieron sacrificio a Dios, pero Dios recibió con más agrado la ofrenda de Abel, Caín lo mató por envidia.

Judas, el traidor.

Pocas personas son tan desechadas en la historia humana como Judas Iscariote, uno de los que fuera discípulo del Señor. Tan es aborrecido por la humanidad que no conocemos a nadie que se llame Judas.

Judas es conocido en la historia como el hombre que traicionó a Jesús, su amigo. Pocas acciones del hombre son tan horribles como la traición, ese es el motivo por el cuál nadie quiere llamarse Judas.

Simeón, el paciente.

Simeón, era un anciano que vivía en Israel en los días en los que nació Jesús. Simeón es el ejemplo más claro que se puede conocer en la escritura acerca de una persona con paciencia.

Simeón, cuando era joven Dios le había dicho que él conocería al Ungido de Dios (Lucas 2:26), espero décadas para que eso se hiciera realidad. Pero cuando así fue, él fue el indicado para presentar a Jesús en sus brazos y ante el altar a Jesús. Eso, es ser paciente.

La esposa de Lot.

En lo material el ser curioso quizás no nos traiga muchas consecuencias negativas, pero en lo espiritual es muy diferente. Miremos el ejemplo de la esposa de Lot, cuya curiosidad espiritual y desobediencia le causaron la muerte.

Cuando Dios iba a destruir a Sodoma y Gomorra por ser ciudades pecadoras en extremo, y que no quicieron arrepentirse, le dijo a Lot: "Toma a tu esposa e hijas y huye... sin mirar atrás". Todos huyeron, pero la esposa de Lot volvió sus ojos en curiosidad y desobediencia, y dice la escritura que quedó convertida en estatua de sal (Génesis 19:28). Es tan insignificante el papel de esa mujer que no se conoce ni siquiera su nombre.

Ezequías, el rey imprudente.

Ezequías fue un rey que gobernó en Judá alrededor de 700 años antes de Cristo. El es conocido porque enfermó gravemente, y Dios le dijo que arreglara sus asuntos porque iba a morir.

Cuando Ezequías supo eso, se postró en el suelo y suplicó en oración a Dios que no le quitara la vida. Dios lo escuchó, y le concedió otros 15 años de vida pero esos 15 años que le dió de más, Ezequías los utilizó imprudentemente, y Dios se molestó con él.

Sara, la que se ríe.

Sara, fue la esposa de Abraham y madre de Isaac. Sara era una mujer estéril, o sea que era una mujer que no podía tener hijos. Pero Dios le prometió a Abraham que la haría fértil y efectivamente la hizo fértil, así nació Isaac.

Sara era una persona que no tenía la fe de Abraham, por eso cuando Abraham le dijo que Dios les había prometido un hijo, y como Abraham ya tenía 99 años y ella también era anciana, ella se rió, porque no creyó.

Natanael, el que creyó.

Natanael, era un judío de la ciudad Betsaida de donde era Felipe uno de los discípulos de Jesús. Como Felipe era muy amigo de Natanael, cuando supo de Jesús se lo quiso contar a Natanael, y éste le siguió para irse a encontrar con Jesús.

Cuando Natanael estuvo frente a Jesús, Jesús le dió una profecía: "Antes que Felipe te llamara, yo te ví cuando estabas debajo de la higuera". Como eso era cierto y nadie lo sabía, Natanael creyó que Jesús era el Hijo de Dios.

Jacob, el engañador.

Abraham, se casó con Sara; Sara tuvo un hijo, Isaac. Isaac, se casó con Rebeca, y Rebeca tuvo dos hijos, Esaú y Jacob. Pero Jacob era engañador, tanto así, que siendo su hermano el primogénito, con engaño le arrebató la bendición de su padre para ser él el primogénito.

Jacob aprendió a no serlo debido a que él mismo fue engañado por su tío y suegro, Labán. No seamos engañadores, pues tarde o temprano seremos engañados.

Salomón, el sabio.

Salomón, uno de los hijos del rey David, fue elegido rey de Israel por órdenes de Dios a la muerte de su padre David.

Pero Salomón aunque fue hijo del gran rey David, aunque fue quien edificó el gran Templo de Israel, y aunque fue uno de los hombres más ricos que la humanidad ha tenido, quizás por lo que es más conocido en la historia es por su sabiduría. Pues según nos narra la Biblia, sólo Jesucristo ha sido más sabio que él.

Magdalena, la prostituta.

Nuestros abuelos nos enseñaron un dicho que decía: "Cría fama y échate a dormir". Ese dicho fue precisamente el que rigió la vida de María Magdalena, ésta mujer se llamaba simplemente María, pero es conocida como María Magdalena, pues nació en Magdala, una ciudad cercana al lago de Genezaret.

María Magdalena fue una mujer pecadora que vendía su cuerpo para tener dinero y poder comer, pero cuando conoció a Jesús cambió su vida y nunca más fue prostituta. Sin embargo, la historia la conoce no como la mujer que amó, confesó, siguió, y sirvió a Jesús y a sus discípulos, sino como María Magdalena la prostituta.

Sansón, el fuerte.

Sansón, sí existió. No es una leyenda ni un cuento como Súperman, Batman o el Hombre Araña. Sansón fue uno de los jueces de Israel en los primeros años de existencia de esa nación.

Su fuerza venía de Dios, es uno de los hombres más fuertes que ha habido sobre la faz de la tierra, y fue designado por Dios para librar a Israel del yugo de sus enemigos de ese tiempo, que se llamaban Filisteos.

Juan, el amado.

Juan, el discípulo del Señor, era una persona muy impulsiva, él y su hermano Jacobo eran apodados por Jesús, Boanerges, que significa: Hijos del trueno(Marcos 3:17). Ambos eran lo que nosotros decimos hoy en día: brabucones y violentos.

Sin embargo, Juan al pasar del tiempo, fue denominado por Jesús: Juan el amado. Porque fue cambiando tanto, que hasta llegó a recostarse en el pecho del Señor en las reuniones que Jesús tenía con sus doce apóstoles.

Timoteo, el hijo amado.

Timoteo, nacido en Listra, era hijo de una mujer judía y un varón griego. Su madre se llamaba Eunice, y su abuela Loida. En el primer viaje misionero de Pablo ellas dos se convirtieron al evangelio de Jesucristo.

En su segundo viaje a Listra, Pablo encontró que Timoteo había sido instruido perfectamente por su madre y su abuela, por ello tomó a Timoteo como su discípulo, pero Timoteo fue tan fiel y tan dispuesto, que Pablo lo llamó: El hijo amado.

Ana, la estéril.

Elcana, era un varón del monte Efraín, su esposa se llamaba Ana, pero era estéril. Ana llegaba al templo a "suplicar" a Dios, le diera un hijo. Es más, le hizo una promesa: Si Dios le concedía ser madre, el hijo que tuviera lo iba a consagrar a sus servicios (1era. Samuel 1:11)

Y Dios le concedió un hijo y ella cumplió su promesa, ese hijo se llamaba Samuel. Samuel llegó a ser no solamente un profeta, sino el último de los jueces de Israel. La escritura nos muestra que cada vez que Dios "se acuerda" (Zakar: traer a la mente), de una estéril, el producto es agradable a Dios.

David, el dulce cantor.

El Rey David, fue el menor de siete hermanos en una familia de Israel. El hecho de ser el menor no lo hizo insuficiente para ser quien cumpliera con los designios de Dios.

A David se le conoce como "el dulce cantor de Israel", pues tenía talento para tocar el arpa, y se sentaba a la sombra de los árboles mientras cuidaba las ovejas de su padre, a tocar música y a cantarle a Dios.

Esteban, el primer mártir de la historia cristiana.

Cuando Jesús había ascendido al cielo, los discípulos se dispusieron a orar, a interceder por otros, pero también servían a los creyentes. La iglesia creció tanto que hubo necesidad de elegir lo que ellos llamaron "diáconos".

Entre éstos primeros siete diáconos estaba Esteban, un hombre que amó tremendamente a Dios, y que por ese amor, lo sentenciaron a morir a pedradas. El fue la primera persona que murió por amor a Jesús, por ello es considerado el primer mártir del cristianismo.

Felipe, el de las cuatro hijas profetisas.

Felipe, era uno de los doce discípulos de Jesús. Era originario de Betsaida, una ciudad marítima en las orillas del Lago de Genesaret o Galilea. Tenía cuatro hijas que eran profetisas, según nos narra hechos 21:8-9.

Este dato es importante porque muchos piensan que como hay un verso que dice: "hasta Juan, profetisaron los profetas". Entonces ya no hay profecía. Pero eso se desmiente porque las hijas de Felipe profetisaron años después de Juan.

María, la que amaba.

María, era la otra hermana de Lázaro aquél amigo muy amado del Señor Jesús. María era la que se sentaba por horas a los pies de Jesús, extasiada con las palabras que Jesús les decía a todos.

María, fue sensurada por su hermana Marta, aquella que le gustaba servir, porque no ayudaba a atender a las visitas, pero Jesús, sin humillar ni menospreciar los servicios de Marta, simplemente le dijo: Marta, tú has escogido bien, pero María ha escogido la mejor parte (Lucas 10:42).

Marta, la que servía.

Marta, era la hermana de Lázaro, aquél que Jesús había resucitado después de cuatro dias de muerto.

Marta es un ejemplo de cómo una persona que cree en Jesús, debe ser servicial. Cuando Jesús llegó a su casa, Marta utilizó su tiempo en atender a todos los que estaban allí presentes. El servir bien a quien nos visita se llama ser buen anfitrión, y Dios quiere que seamos así.

Tomás, el incrédulo.

Cuando se corrió la voz de que Jesús había resucitado, hubo un discípulo que no lo creyó. Se llama Tomás. Dice la escritura que todos comentaban la resurrección de su Maestro, pero que Tomás no les creía.

Fue hasta ocho días después de la resurrección, que Jesús se le presentó, y entonces Tomás creyó. Dios se agrada de los que creen en él por los milagros y por sus grandesas, pero se agrada más cuando uno le cree sin haber visto nada sobrenatural.

Pedro, el que lo negó.

Todos cometemos faltas y pecados, cuando las cometemos hacemos que el corazón del Señor se ponga triste. Pero eso no hace que el Señor deje de amarnos y nos deseche.

Pedro, el gran apóstol del Señor, pecó cuando le preguntaron si era amigo de Jesús y dijo. "NO, yo no soy su amigo, es más, ni lo conzoco a él" (Lucas 22:57). Pero, luego se arrepintió, y Jesús le perdonó. Así hace Jesús con nosotros también, cuando fallamos y le pedimos perdón, nos vuelve a abrazar.

Pablo, el apóstol de los gentiles.

En los tiempos de Jesús, hace dos mil años, había en lo espiritual, dos clases de personas el pueblo judío o pueblo de Dios, y, el mundo restante o sea los gentiles.

Cuando Jesús preparó a sus 12 discípulos para evangelizar al mundo, eligió a 11 para que le predicaran a los judíos, su pueblo; pero eligió a Pablo para predicar a los gentiles, o sea, al resto del mundo. Por ello es que conocemos a Pablo, como Pablo el apóstol de los gentiles.

Transparentes.

Llamamos transparente a algún material que nos permite ver a travéz de él. Un vidrio es transparente, algunos plásticos son transparentes.

Así quiere el Señor Jesús que vivimos los cristianos, una vida que no oculta nada. Una vida que, si alguien pudiera ver el video de lo que hicimos ayer, no nos averguence delante de nadie ni averguence a Dios. Por eso debemos vivir apegados a sus leyes, a sus normas, a sus mandamientos.

¿Qué es clamar?

Decía la noticia en el diario: "Y cuando el niño vio lastimada a su madre, clamaba por ayuda". Clamar es una acción que significa un tiempo de angustia, un tiempo de emergencia, se hace cuando necesitamos algo pero URGENTE.

Dios no solamente quiere que hablemos con él, no solamente quiere que tengamos comunión diaria con él, sino que quiere que cuando tengamos una necesidad clamemos, acudamos a él. El quiere ser quien nos auxilie en nuestras angustias.

El poder de Jesús.

Nunca debemos dudar del poder de Jesús. Nosotros cuando niños tenemos la tendencia a creer que Súperman, que Batman, que el Hombre Araña tiene poderes, simplemente porque los vemos en la televisión o el cine. Pero sabemos que esos personajes NO EXISTEN.

Sin embargo, Jesús, que sí existe pero que no lo vemos, a él tendemos a no darle todo el poder que tiene. Por eso es que no le pedimos con fé lo que necesitamos que haga, no lo que queremos, sino lo que NECESITAMOS.

La instrucción.

Cuando niños nuestros padres nos mandan al colegio para que seamos intruidos, así, cuando seamos grandes tenemos un mejor medio de vida, pues estaremos preparados en alguna carrera, oficio o trabajo.

En lo espiritual nuestros padres también deben prepararnos, pues en la medida en que conozcamos de Dios, seremos temerosos de vivir una vida sana. Dice la Biblia que los hijos criados bajo su Palabra: "Son como plantas crecidas, como esquinas labradas en los palacios" (Salmo 144:12). En otras palabras, algo muy bueno.