El que quiera oiga.

Dios desea hablar con el hombre todos los días, y cómo no querrá hacerlo, si Dios es como un padre para nosotros, así como nuestros padres terrenales. ¿Quién ha visto que un hijo y un padre viviendo en una misma casa pasen semanas sin hablarse?

Pero, como el hombre está afanado en sus trabajos, en su dinero, en sus pasatiempos, en sus amigos, etc. entonces Dios sabe que algunos no quieren escucharlo. Por eso dice en las escrituras: El que quiera oírme que me oiga, y el que no quiera pues que no lo haga" (Ezequiel 3:27). El problema del que no quiere oír es que no sabrá qué es lo que Dios quiere o qué es lo que Dios va a hacer. Entonces ¿cómo será su resultado?

No a la pereza.

Las grandes obras y maravillas de la humanidad tanto las antiguas como las pirámides de Egipto, los Jardines flotantes de Babilonia, el coloso de Rodas, el Faro de Alejandría, etc. como las modernas: Los grandes edificios, puentes, represas, museos, etc en las ciudades de Japón, Estados Unidos y toda Europa, no fueron construidos o construidas por personas perezosas.

Al contrario, TODAS esas obras fueron construidas por personas estudiosas, trabajadoras, luchadoras, esforzadas. Y eso, es lo que Dios espera de nosotros cuando nos llama a su reino, que seamos personas trabajadoras no perezosas.

El verdadero profeta.

Hoy en día en la iglesia cristiana abundan los profetas, pero hemos de tener cuidado con esos profetas, pues no todos lo son. La biblia es muy clara en decir que es Dios quien elige a sus profetas, lo vemos con Samuel, con Isaías, con Jeremías y con Ezequiel y Daniel por decir algunos ejemplos.

El "verdadero" profeta y el que viene de parte de Dios, es aquél que cuando profetiza algo ese algo se cumple. Así de simple nos dice la escritura que podemos reconocer al profeta verdadero. Y por supuesto, aquél que profetiza algo y ese algo no se cumple o se cumple a medias, es un profeta que viene en su propio nombre pero que no fue enviado por Dios.

Sin amor no se puede.

Cuando una persona necesita ayuda generalmente espera que esa ayuda venga de las personas que ama. Hay casos en que por la distancia o por ciertas situaciones de incapacidad, o de escasez los parientes o amigos cercanos se no puede ayudar a alguien, pero son de las todas las ocaciones las menos.

Pero sin amor no vamos ni podemos ayudar a alguien, eso lo vemos especialmente en los cuidados a un enfermo cuando necesita atenciones. Solamente por amor uno lo ayuda en sus necesidades extremas, en sus necesidades económicas, en sus necesidades físicas. Y ese es el momento en el que Dios quiere que demostremos nuestro amor.

Pues nos levantamos.

¿Qué sucede cuando un niño que está iniciando a caminar se cae? Pues la madre lo levanta y hace que lo intente de nuevo. Una y otra vez hace lo mismo. Hasta que.... sí, hasta que el niño aprende y pasa a otra etapa.

Lo mismo nos sucede a nosotros, quizás fallamos y fallamos en un punto de lo espiritual, pero nuestro Padre celestial quiere que nos levantemos y nos levantemos hasta que... sí, hasta que venzamos y pasemos a otra etapa.

Obediencia, no sacrificios.

Cada vez que Dios les hablaba a su pueblo Israel, lo que más les recalcaba era "escuchar". Desde el pentateuco vemos que el clamor de Dios para con su pueblo era: "Escucha oh Israel", "Escuchen hoy mi voz"; "Oíd pueblo mío".

¿Pero para qué quiere Dios que le escuchemos? Pues porque el que sea su verdadero pueblo le "obedecerá". Simplemente eso, esa es la mejor prueba de que somos hijos de Dios, si le obedecemos. Un niño de la calle no tiene por qué obedecer a un padre de familia, pero un hijo sí. Ahora bien, el niño de la calle no tiene por qué recibir alimento ni vestido ni educación de un padre, el hijo sí.

El premio.

Para la clausura de un período de estudios o de la universidad se hace mención a los alumnos que se han destacado por sus esfuerzos, en otras palabras se les da un premio. El premio es al que sacó mejores notas, al que fue mejor compañero, al que se esforzó más, etc.

Dios hace lo mismo, él está dispuesto a darle premios a los esforzados. Por ello la escritura nos habla de los "galardones de Dios" (apocalipsis 22:12). Esforcémos pues en los caminos del Señor para poder recibir un premio, puesto que los hay.

Estirando la mano.

Cuando alguien se está ahogando la única forma de que no sea así, es que alguien le estire la mano y lo saque. Los que alguna vez hemos estado en esa situación hemos sentido esa sensación de impotencia y de tranquilidad conjuntos.

Nosotros podemos estirar la mano y salvar a los que se están ahogando en el pecado, preparándonos para ello, como lo hace un salvavidas para poder trabajar en el mar. Estudiando, estando en la presencia de Dios todos los días, hablando con Dios, siendo amigo de Dios para que él nos diga qué hacer, cómo hacerlo, y cuándo hacerlo, así nos preparamos.

El que falla tiene que pagar.

Hay un dicho muy popular en las naciones hispanas (naciones de habla española): "El que la hace, la paga". Nos referimos así, cuando alguien comete una falta y se supone que es quien tiene que reponer lo hecho. El que rompe un vaso es quien tiene que pagarlo. El que rompe un vidrio es quien tiene que reponerlo.

En lo espiritual Dios nos ha dicho que ahora también es así, pero, hemos de decir que hay pecados que aunque los cometamos nosotros hay gente inocente que también los paga. Por ejemplo, si yo soy un borracho, lo más seguro es que mi familia pase la misma verguenza que yo, a pesar de no haber cometido falta alguna. Por eso el consejo es: vivamos correctamente.

Las mismas metas.

Imagínese que tiene un amigo que quier ir al puerto que está en el norte de su país pero usted quiere ir al puerto que está al sur de su país, y que éste amigo le dice: "caminemos juntos".  ¿cómo pueden caminar juntos así?

Es muy fácil ver que al iniciar la caminata cada vez estarán más lejos uno del otro, pues uno va hacia el norte y el otro exactamente hacia el lado contrario. Por ello dice la biblia que no pueden caminar juntas dos personas que no piensen igual, que no tengan las mismas metas, que no persigan lo mismo. Eso quiere Dios de nosotros que caminemos con personas que piensan como nosotros.

Las pruebas son exámenes.

¿Por qué en la caminata cristiana hay tantas pruebas?  Bueno, la mejor manera que tenemos que explicarlo es la siguiente: Un niño entra al colegio a estudiar para graduarse de bachiller, pero resulta que a cada cierto tiempo le pasan un exámen o una prueba, y él dice ¡Yo no vine aquí para que me pasaran un exámen tras otro, yo vine para ser bachiller!

Pues precisamente por eso es que le pasan las pruebas o exámenes, para saber cómo va preparado para ser un bachiller. ¿Por qué? Porque luego va a la universidad y si no va bien preparado nunca se va a graduar de la universidad. Eso nos sucede en lo cristiano, si no estamos preparados nosotros ¿Cómo podemos preparar a otros?

El cristianismo... un camino duro.

Muchos se ilusionan cuando escuchan hablar de Dios, pero no todos están dispuestos a seguir el duro camino del cristianismo. Dios no nos ofreció que su camino fuera lleno de alegrías y tranquilidad. Que Dios nos da muchas satisfacciones en el camino eso es cierto, pero que nos dijera que todo nos iba a salir sin ningún problema, eso no es lo que él dijo.

Jesús dijo que ancho es el camino pero estrecha la puerta de entrada; que muchos son los llamados pero pocos los escogidos. Pablo nos dijo que por muchas tribulaciones nos es necesario entrar en el reino de los cielos.

Cuando Dios nos diga.

Es muy común que cuando conocemos al Señor querramos compartirlo con todos. Pero un buen hijo de Dios (como lo fue Jesús), espera que Dios le diga cuándo predicar, en dónde predicar, y especialmente a quién predicarle.

No se trata de salir al parque con un micrófono y señalar a todos de que se van a ir al infierno si no se arrepienten. Uno tiene que recibir las órdenes directas de Dios para saber hacer esa misión.

Lejos o cerca.

Qué tan cerca o qué tan lejos esté nuestro corazón del Señor, eso afectará la dureza o la suavidad que tengamos en el corazón. El hecho de estar expuestos a la presencia de Dios, hará que nuestro corazón entienda muchas situaciones por las que vivimos.

El estar separado de Dios, lastimosamente, hará que nuestro corazón se endurezca por la falta de esperanza. Es el estar frente a Dios que nos hace entender el por qué de cada situación en nuestra vida. No hay otra fuente de entendimiento en la vida del ser humano.

Pronto ya no se podrá.

Dios nos mandó a decir en Isaías, que buscáramos su rostro mientras podía ser hallado (Isaías 55:6), pues llegaría el día en que eso no sería posible. Hoy, estamos llegando a niveles de maldad tan grandes que ese día está por llegar.

La distracción que el mundo nos está dando es enorme, y cada día menos niños buscan a Dios. Oremos, leamos la palabra de Dios, porque el día está cerca, y pronto ya no se podrá hacer nada para encontrar a Dios de parte de quienes no lo han encontrado aún.

La verdadera religión.

Por todo el mundo hay gentes que dicen que pertenecen a una religión. Desde el momento en que nos inician a hablar de su religión nos dan la idea de que "esa", la que ellos practican es la verdadera y que nadie más se puede salvar si no la practican.

La biblia nos dice que la verdadera religión es "creer" en Jesucristo, y como "consecuencia o prueba" de que creemos en él, extender nuestra mano a los necesitados. Especialmente la viuda, el huérfano, y el extranjero.

Sólo un Dios.

El pueblo cristiano es el único pueblo que tiene un sólo Dios. Es un Dios poderoso que está sobre los dioses de todas las demás naciones. En el libro de Isaías se menciona que no debemos de ser como las otras naciones que tienen un dios por cada ciudad.

Alrededor del mundo vemos que eso es cierto, hay aldeas con el nombre de dioses; hay pueblos con el nombre de dioses; hay islas con el nombre de dioses; pero ninguno de ellos es un Dios vivo como el nuestro. Confiémos en nuestro Dios.

Por algún motivo.

No es casualidad, ni coicidencia, ni un accidente aislado el que hayamos nacido. No venimos a éste mundo sólo porque sí, para ver cómo crecemos, estudiamos, trabajamos, envejecemos y morimos. Fue Dios quien nos dió la vida por alguna razón específica.

Abraham fue traido porque iba a ser el primer judío de la historia; David fue traído porque iba a ser elegido rey; Pablo fue traído porque iba a ser un apóstol por excelencia; nosotros hemos venido para un propósito especial cada uno, preguntémosle a Dios qué desea de nosotros.

Un sólo camino.

La escritura es clara cuando nos dice que hacia la presencia de Dios sólo hay un camino, y ese camino se llama Jesucristo. Esa fue la razón por la cual Dios le envió (Juan 3:16). Pensar que sólo porque la gente parece buena va a ir al cielo es una idea falsa.

Sólo por medio del amor y la aceptación a Jesucristo, es que el hombre puede llegar a la presencia de Dios. Las buenas obras no son para lograr la salvación, las buenas obras son para demostrar que ya somos salvos y que por ello, estamos alcanzando el corazón bueno y dadivoso de Dios.

Hacia adelante.

En los momentos de terror, de persecusión, de angustia, el pueblo de Israel ya no quería seguir a sus líderes y por lo tanto ya no querían seguir adelante. En tiempos de Moisés por el pánico al faraón, el pueblo de Dios no quería ir al desierto, pero allí estaba la libertad.

En tiempos de los profetas mayores, el pueblo de Israel no quería ir al cautiverio en Babilonia pero allí estaba la salvación, pues  los que se quedaron en Jerusalén murieron. El mensaje es claro, cuando Dios nos habla es porque quiere que vayamos hacia adelante, no que retrocedamos o que nos quedemos parados.

Velad.

Cuando Cristo estaba por retirarse de éste mundo, les dió a los discípulos un consejo: Velad. Esto nosotros lo conocemos como estar despiertos por cualquier necesidad que haya que solventar. Cuando una persona está enferma en la familia nuestra acostumbramos a velarlo.

¿Para qué?   Pues como la persona está enferma y no puede valerse por sí sola, el que vela está allí para ayudarlo, o para cuidarlo. Dios quiere que todos los hombres en un hogar velemos. Pues somos los hombre los encargados de defender y proveer a la familia. Esto no quiere decir que no durmamos nunca, sino que oremos y estemos en comunicación con Dios.

Demos gracias.

Ayer una de nuestras nietas nos pidió por favor que le diéramos un rompecabezas. Como ya nos íbamos a la iglesia en el hogar le dijimos que no se podía porque no había tiempo. Su respuesta fue: "Dámelo porque te lo pedí por favor, y los niños educados dicen por favor y gracias, para que les den las cosas".

No dejó de tener razón, pero no había tiempo y se lo explicamos, situación que entendió. Así debemos de ser con Dios, tenemos que pedirle todo por favor y cuando lo hayamos recibido no olvidarnos de decir gracias.

Lo que Dios quiera.

El Padre Nuestro dice en una de sus partes: "Hágase tu voluntad y no la nuestra". Eso significa que todo lo que nos acontece o todo lo que nos sucede, es la voluntad de Dios. Y, por lo tanto nosotros debiéramos de estar atentos a no quejarnos o a gozar de ello dependiendo lo que estemos viviendo.

Si confesamos al orar: Hágase tu voluntad, quiere decir que nos estamos poniendo en sus manos, y por lo tanto es él quien decide. Así que todos los días debemos dar gracias por lo que nos sucede, aún y cuándo, nosotros no le veamos el bien inmediato.

Lo que agrada a Dios.

Cuando Dios se refiere a su pueblo en la escrituras, lo primero que le pide en el sentido positivo, o, lo primero que le reclama en sentido negativo es: Oh, pueblo mío... escucha hoy mi vos. Si hay algo con lo que podemos agradar o desagradar a Dios es con escucharlo o con no escucharlo cuando nos habla.

Y luego, el segundo paso es obedecer a lo que nos pide y cómo nos lo pide. El ejemplo perfecto lo vemos cuando nuestros padres nos dan una orden, en la manera que hagamos lo que nos piden así será el momento de agrado o desagrado con que nos hablen. Lo mismo sucede con Dios.

Dios no quiere sacrificios.

En varias oportunidades en la escritura leemos que Dios no espera sacrificios del hombre. Dios lo que quiere de sus gentes es "obediencia". Dios se complace más en que le pongamos atención a sus palabras, y que luego le obedescamos y no en estar haciendo sacrificios.

Sacrificios y holocauston no me agradan dijo Jehová, mas me complazco en la obediencia (David reconoció esto en el salmo 51, en los versos 16 y 17).