martes, 15 de noviembre de 2011

Acán, el ladrón.

Cuando Josué estaba llevando al pueblo de Israel para tomar la tierra de Canaán que Dios les había ofrecido, un hombre de nombre Acán, desobedeció la palabra de Dios de no tomar nada de los pueblos anatemas.

Acán codició un manto, un poco de plata, y un lingote de oro que había visto en una de las tiendas, se lo llevó a su casa y lo enterró para que nadie supiera nada. Pero Dios lo descubrió y tanto él, como su esposa, y sus hijos fueron apedreados y quemados por órdenes de Jehová. (Josué capítulo 7).

No hay comentarios:

Publicar un comentario