¿Quién no conoce la famosa historia de Daniel el amigo de Dios, aquél que cuando no quiso obedecer a las órdenes de un rey impío, fue echado al foso de los leones y éstos no le hicieron nada?
Daniel se hizo amigo de Dios porque le oraba durante varias veces al día. Daniel se postraba al suelo y se ponía a glorificar a Dios tres, cuatro y cinco veces por día. Por ello llegó a ser amigo de Dios. Y cuando lo necesitó, Dios le ayudó.
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