Prometer algo es comprometer nuestra palabra. Cuando nosotros le decimos a alguien que haremos algo por él o para él, esa persona confía en que sí lo haremos. No hacerlo es defraudarlo y ofenderlo.
Dios no quiere que le hagamos promesas, pero si se las hacemos "tenemos" que cumplirlas porque cuando él nos promete algo lo cumple. Y nosotros como creyentes debemos ser iguales a su imagen y semejanza.
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