Una confesión es decir con nuestros labios, con nuestras palabras, lo que sentimos o lo que queremos. Si un niño no confiesa que tiene hambre, no le dan de comer; si una persona no confiesa que tiene frío, nadie la pasará una chamarra.
En lo espiritual, si una persona no confiesa que quiere seguir a Jesús, que ya conoce a Jesús, que desea servir a Jesús... entonces simplemente NO puede ser un crisitano. Porque luego de confesarlo, Jesús se ocupará de que el Espíritu de Dios trabaje en ese corazón hasta el día de su muerte para irlo santificando. Ha eso se le llama: Una confesión de fé por Jesús.
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