jueves, 11 de agosto de 2011

El silencio.

Cuando uno entra a un hospital, mira señales por todos los pasillos en las cuales se hace referencia a que hay que hacer silencio. Esto lo hacen porque para el paciente que está recién operado, el ruido se multiplica. Debido a la anestesia la mente del paciente se altera, y multiplica los sonidos y eso le ofende.

El Señor nos manda a que seamos silenciosos en ocasiones. A veces tenemos que callar delante de quien conoce la palabra de Dios, pero en otras ocasiones tenemos que callar delante de quien no la conoce. Si hablamos en esos momentos, somos imprudentes, desagradamos a Dios, y lo más seguro es que cometamos un error y lastimemos el corazón de quien tenemos enfrente.

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