Cuando somos niños pensamos que todo lo bueno que recibimos viene de nuestros padres, de nuestros abuelitos, de todos los seres queridos, y eso, es verdad, pero no toda la verdad.
Esos buenos sentimientos, los abrazos, los regalos que recibimos de nuestros seres queridos vienen porque Dios les puso en el corazón a ellos, dárnoslos. Dice la escritura: "Bendito el Señor, pues cada día nos colma de beneficios". (Salmo 68:19. Y para ello usa a nuestros seres queridos.
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