Todos los hijos de Dios debemos empezar y terminar lo que hacemos, lo que queremos, lo que nos hemos propuesto.
Qué sucedería si nuestros padres dijeran: sólo vamos a pagar seis meses del colegio y los otros no. Simplemente no podríamos aprender todo lo que tendríamos que aprender. Qué pasaría si mami dijera: para que no se nos acabe el gaz, solamente vamos a cocinar a la mitad los alimentos. Simplemente nadie comería ese día.
Así, el cristiano tiene que empezar y terminar sus obras, pues es para bien suyo y el de los demás, aparte de que agrada el corazón de Dios.
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