sábado, 30 de junio de 2012

El que quiera oiga.

Dios desea hablar con el hombre todos los días, y cómo no querrá hacerlo, si Dios es como un padre para nosotros, así como nuestros padres terrenales. ¿Quién ha visto que un hijo y un padre viviendo en una misma casa pasen semanas sin hablarse?

Pero, como el hombre está afanado en sus trabajos, en su dinero, en sus pasatiempos, en sus amigos, etc. entonces Dios sabe que algunos no quieren escucharlo. Por eso dice en las escrituras: El que quiera oírme que me oiga, y el que no quiera pues que no lo haga" (Ezequiel 3:27). El problema del que no quiere oír es que no sabrá qué es lo que Dios quiere o qué es lo que Dios va a hacer. Entonces ¿cómo será su resultado?

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