Caín y Abel fueron los primeros dos hijos de Adán y Eva, ambos recibieron de sus padres la misma instrucción: Amar a Dios y tratar de agradarlo.
Abel aprendió la lección y dice el libro de Génesis que le llevaba al altar a Dios de lo mejor de sus animales. Pero Caín no llevaba de lo mejor ni llevaba lo que Dios quería, pues en lugar de animales llevaba de sus frutos y verduras que cultivaba.
Dios amó a Abel porque le obedecía y le llevaba lo que Dios quería, un cordero. Y no amó a Caín por desobediente y porque guardó para sí mismo lo que era de Dios. Nunca nos quedemos con lo que es de Dios. Que hoy en día son nuestros diezmos y nuestras ofrendas. El día domingo es el tiempo de entregarlas en la iglesia.
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